Probablemente la responsabilidad debería ser incluida, de pleno derecho, junto con la libertad, la igualdad y la fraternidad, en el frontispicio de los valores definitorios de la Modernidad. Porque es un dato de hecho –de sociología o historia de las ideas, si se quiere decirlo así- que hoy hemos incorporado a nuestra mentalidad, a nuestro sentido común, algo tal vez más importante aún que el principio de que el delito no debe quedar impune, y es la idea de que el mal (aunque sea el mal natural, por decirlo a la vieja manera, esto es, aquél sin responsable personal alguno posible) debe ser subsanado. La idea no tiene garantizado su cumplimiento en ninguna ley cuasi-natural, ni menos aún en una (afortunada) necesidad histórica. Es, más bien, una promesa que forma parte -y parte sustancial- del sueño de la Modernidad, hasta el punto de que bien pudiéramos denominarla nuestra particular promesa constituyente. Pero este rasgo, que desde un cierto punto de vista merece ser considerado como un desarrollo de la conciencia moral de la humanidad, es al propio tiempo el que nos coloca ante unas perplejidades específicas, ante unos estupores muy propios de nuestro tiempo. Porque ahora tendemos a asumir, sin excusa ni remedio posibles, nuestros propios horrores como algo de lo que debemos dar cuenta.
Manuel Cruz (Barcelona) es catedrático de filosofía contemporánea en la Universidad de Barcelona. Autor de más de una veintena de títulos (algunos de ellos traducidos a otros idiomas) y compilador de casi idéntico número de volúmenes colectivos, ha sido galardonado con los premios Anagrama de Ensayo 2005 por su libro Las malas pasadas del pasado, Espasa de Ensayo 2010 por Amo, luego existo y Jovellanos de Ensayo 2012 por Adiós, historia, adiós. En el 2013 ha publicado Escritos sobre la ciudad (y alrededores) y Filósofo de guardia. Colabora habitualmente en la prensa española y argentina.
Modera la actividad: Antonio Fernández Montoya
Fecha: Jueves, 8 de mayo, a las 20:00
Lugar: Biblioteca de andalucia
Organiza: Ateneo de Granada