Si algo diferencia a Granada de muchas otras ciudades, es su universidad.
Con sus casi cinco siglos de historia y sus sesenta mil estudiantes, la UGR es una presencia continua en la ciudad. Sin embargo, si miramos atentamente, universidad y ciudad viven demasiado alejadas en Granada; cabría hablar de coexistencia, pero difícilmente de simbiosis. Y el granadino, universitario o no, padece ese alejamiento.